La pequeña Dina

Inicia sus estudios a los seis años en el Colegio de las Religiosas de Nuestra Señora, donde recibe su Primera Comunión precedida de una cuidada preparación. Llegado el día señalado, ella sabe que Jesús viene a ella de un modo muy especial. Él quiere vivir en ella, quiere hablar en su corazón. Dina promete a Jesús que se esforzará en permanecer unida a Él para conocerle mejor y amarle mucho más.

Así lo escribe:


“Mi felicidad era inmensa. Jesús era mío y yo era suya. Esta unión íntima causó en mi alma, entre otras gracias: el hambre de su Cuerpo y de su Sangre, que ha ido creciendo con las comuniones siguientes”.

A partir de la Primera Comunión se inicia en Dina una vida interior intensa. El Sacramento de la Confirmación y un sabio sacerdote, que la dirigirá por espacio de trece años, encausan su exuberancia juvenil.

Aumenta su generosidad ante el deber. Siempre aspira al primer puesto en todas las asignaturas: aprende sin esfuerzo alguno y se adapta fácilmente a lo prescito.
Para no distraerse cuando reza, adquiere la costumbre de cerrar los ojos y tapárselos con las manos. Su maestra le corrige la singularidad y ella obedece.
Ha empezado el estudio del piano para el que tiene gran facilidad. A los once obtienen el diploma: INTERMEDIAIRE. Todo un éxito.
Procura mantener cuidado por la vanidad de arreglarse demasiado y mirarse en el espejo.

El 1º de mayo de 1910 es admitida en la Congregación de Hijas de María. Dina es feliz al entregarse de un modo especial a la Madre de Dios, y poder acudir a ella más filialmente.

Toma otro lema: “Antes morir que pecar”

Siente la necesidad de confiar al papel sus sentimientos íntimos… gozos, tristezas, victorias y derrotas.

La Colegiala
Ma. del Carmen Gras rjm

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